ilustracion , lienzos ,graffiti y decoracion mural
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Ingeniero de Diseño Industrial y diseñador gráfico. De carácter tranquilo y pausado, con una educación exquisita y de una generosidad intelectual digna de poner en valor. Un sabio del grafiti. Si tengo que definir en dos palabras a Miedo 12 simplemente escribo Wild Style. Emilio se pregunta a sus años por qué sigue escribiendo grafiti en el Escalón, un hall of fame propio, en el distrito de Patraix.


¿Quién es Miedo 12?
Nació en Valencia en 1981 y estuvo más pendiente del skate, de la fiesta y de las chicas durante el segundo boom del grafiti había decaído en Valencia, por lo menos en su barrio, en 1997. No es muy consciente de cómo empezó y así me lo cuenta:   

                              (…) Por entonces no teníamos ningún medio de transporte que pudiese llegar a la cochera, así que nos fuimos en el tren del servicio público, cosa irónica, y al cabo de unas dos horas de hablar sobre cómo  pintarlo e intentar demostrar que sabía lo que hacía, encontramos un tren aparcado y para mi desgracia me tocó la parte de la máquina que era roja… Lógicamente era mi color de relleno y fue terrible la pieza. Acabé. Y al momento, vinieron los “platanitos” (seguridad), como pude corrí por los campos de naranjos con la pierna chunga de un accidente de moto de esa mañana.


A todo escritor de grafiti se le pregunta sobre la elección del nombre. En el caso de Miedo 12, él mismo lo cuenta así:
                             “…el principal motivo, fue por marketing. Mi primera firma fue Zise, palabras que no significaban nada, lo que provocaba que cuando me presentaba la gente no se quedase con el nombre, así que, busqué algo con significado. Elegí Miedo. A su vez, las letras se parecen mucho a mi nombre real, unido a que a geometría de las mismas es muy buena para el diseño. En cuanto al 12, es un poco de superstición, es un número que siempre me ha seguido en distintos momentos de mi vida.”


Miedo pertenece a ese tipo de personas que necesitan perfeccionar, saber y aprender, porque como dice él, “no lo sé todo”. Reconoce cuáles son sus errores en la confección de una pieza y los lima con muchas horas de abocetamiento incansable. Un estudioso del grafiti que detecta lo original y lo que han hecho otros maestros. El detalle en gestionar un borde o un relleno, así como, alcanzar un estilo propio se logra con mucha práctica. Sacar el mayor rendimiento a la herramienta de trabajo, el espray, para muchos un gran desconocido. Muestra de ello son los callos que tiene en la yema del dedo índice y en la articulación del dedo pulgar, las huellas del recorrido cronológico de quien se esmera en su trabajo callejero, legal o ilegal.


Emilio es uno de esos escritores que el libro de Castleman describe para referirse a un maestro del grafiti: es aquél que pasa por todos los estilos de letras y los ejecuta con limpieza y reconoce en otros lo magistral de su ejecución. Desde pequeño lo que más le interesaba era investigar y conseguir realizar los estilos de los fanzines. Con la práctica iba pasando de un estilo a otro hasta dominarlos todos creando el estilo con el que se le reconoce.


Uno de los momentos más importantes en su trayectoria fue su llegada a Milán, y así lo cuenta:
                             (…) Alrededor del 2005, viajo solo a Milán, a pasar unos días, a casa de Rompe. Por aquel entonces gran parte de la crew BN había pasado ya por Valencia en viajes esporádicos, en parte para ver a  Rompe que vivía en Valencia y con el que habíamos entablado amistad los de OSC. Hay que entender que yo no había visto muros a dos alturas, o muros de esas dimensiones hasta que fui a Milán.  Conocerlos fue como estar en la película de Style Wars, pero en versión Italiana. Eran writters que seguían las normas del grafiti con diferencias frente a España. Lo importante eran las letras. Al pertenecer a una ciudad mucho más cosmopolita los valores estaban intactos, puesto que no existía una intención como en España de agradar al peatón creando elementos que pudiese comprender. Ellos eran y son escritores de grafiti considerados así, por el mundo del grafiti y por el público (esto no quiere decir que el público externo al grafiti lo considere agradable).


Para Miedo 12 viajar a Milán, conocer a BN y que le hicieran miembro supuso una ayuda artística y mental impagable.

(…)Vi un montón de estilos, aprendí nuevas técnicas, me hicieron ver que la mejor forma de aprender  es viajar, conocer y ver. De hecho, yo no hacia muñecos hasta que no vi las técnicas que utilizaba Boost, del mismo modo no perfeccioné mi estilo de Wild hasta que no conocí a Dosher (el mejor wild durante los 90 y parte del 2000 de Italia). Las ideas de cómo crear producciones grandes en las que  todos se complementan a partir de una idea, uniendo todos los egos en uno. En el que por muy bueno que fueses eras uno más, ni mejor ni peor que el otro, dando a entender que para que quede bien la pieza debes hablar y entenderte con el de al lado. Y lo que en teoría, no tendría nada que ver  con el grafiti, era el hecho de que todos eran personas de mi edad o mayores con su trabajo  socialmente aceptado, pero su hobby y pasión era el grafiti. Una idea impensable en España.


A partir de este momento con los italianos de BN, Emilio ya no ha vuelto a pintar piezas pequeñas, ni tampoco hace vandálico: trenes y muros; lo que las generaciones anteriores o los jóvenes denominan el grafiti auténtico. Él gusta de enfrentarse a un muro grande y eso implica fondos, muñecos y letras. Investiga sobre las novedades y considera oportuno poner leyendas indicando el porqué ha creado su obra. No considera que lo que hace sea arte, la comunidad de grafiti de Valencia suele criticarle porque no hace vandal, excepto aquellos que ven en Miedo 12 un master piece. Influido por el estilo europeo alemán e italiano y recibiendo las felicitaciones, de aquellos a los que admiraba en los fanzines, ha podido pintar con muchos y ser reconocido por los mejores. Valencia no se le queda pequeña y pinta con aquel que se le acerque sin miedo y sin prejuicios. Su trayectoria es muy larga y muchas las vicisitudes por las que ha pasado, desde la envidia sana, taparle su obra y la violencia entre pandillas. Es un experto en el profundo conocimiento que tiene de la caligrafía, sus letras tumbadas están perfectamente ejecutadas: los sombreros, lo remates, los sheriff… En cuanto al trazo y los colores son muy personales. No deja nada al azar, según la luz que influya en el muro que pinta, coloca las sombras y los brillos. Pinta solo porque sus muros son muy grandes y según los que están aprendiendo de él dicen que “se curra mucho la pieza”. Prueba y ensayo hasta que el resultado sea el esperado, el que de una forma u otra debe ser un calco de su boceto, con los detalles más insignificantes, sólo la técnica le hace avanzar, el tesón y como bien dice él: “la cabezonería porque el movimiento se demuestra andando”. Busca la superación y seguir avanzando en el duro trabajo del grafiti.


María. B García.
Doctora en Estética y Teoría de las Artes.
Crítica de Arte (AVCA).