MEMORIA DE LA XXV MARCHA NERPIO-ALCARAZ
RUTA ( A )

CELEBRADA ENTRE LOS DÍAS 1 Y 8 DE  DICIEMBRE DE 2007

 

ETAPAS

DÍA 1 DE DICIEMBRE. LLEGADA A NERPIO

DÍA 2 DE DICIEMBRE. NERPIO-YETAS

DÍA 3 DE DICIEMBRE. YETAS-YESTE

DÍA 4 DE DICIEMBRE. YESTE-MOROPECHE

DÍA 5 DE DICIEMBRE. MOROPECHE-RIÓPAR

DÍA 6 DE DICIEMBRE. RIÓPAR-CAÑADA DEL PROVENCIO

DÍA 7 DE DICIEMBRE. CAÑADA DEL PROVENCIO-PATERNA DEL MADERA

DÍA 8 DE DICIEMBRE. PATERNA DEL MADERA-ALCARAZ

 

AUTOR DE ESTA MEMORIA

ANTONIO MATEA MARTÍNEZ


INTRODUCCIÓN

En la montaña no hay clases, decía Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, Marqués de Villaviciosa de Asturias, principal impulsor de los parques nacionales en nuestro país. En la montaña, digo que decía este noble asturiano, todos somos hermanos, todo es afecto y compañerismo. Y por eso, continuaba este cazador de osos y naturalista, aunque suene casi a contradicción, al volver de los espacios naturales, el abogado es mejor abogado, el ingeniero es mejor ingeniero, el periodista es mejor periodista y todos somos mejores en nuestras profesiones y en nuestras vidas.

No sabemos si estaba o no acertado este asturiano, primer hombre que puso el pie en el Naranjo de Bulnes, en sus sentencias, lo que quizás tampoco hubiesen acertado a adivinar ninguno de los siete sabios de Grecia. Pero sí sabemos seguro, aquellos que militamos en este deporte del senderismo, que la montaña nos hace más libres y nos permite sentirnos más humanos y hermanados con nuestros demás congéneres, vayamos por uno u otro camino y busquemos uno u otro destino, que lo que verdaderamente importa es moverse, sin preocuparnos si sabemos o no adónde queremos llegar.

Ya lo dijo aquél trotamundos en cierta ocasión: “el buen viajero es el que no sabe adónde va, el viajero perfecto es el que no sabe a dónde ir”.

Pero nosotros, seamos o no buenos o perfectos viajeros, tenemos claro cuál es nuestro norte, y ese no es otro que la ciudad de Alcaraz, adonde llegamos año tras año, tras partir de la lejana Nerpio. Y así ha seguido siéndolo en estas bodas de plata de la Marcha Nerpio-Alcaraz, aunque para ello pretendamos siempre modificar nuestro recorrido, como hemos hecho en esta ocasión con destinos nuevos, como la Cañada del Provencio, por primera vez fin de etapa en una marcha.

Cierto es que la Paralela ha llegado a Alcaraz por la ruta clásica, por eso del XXV aniversario de la marcha y por no romper por completo con la tradición, pero lo que importa en definitiva, es buscar nuevos senderos y diversos caminos para alcanzar nuestra meta, sin llegar a perder los que ya hemos pisado en alguna ocasión.

Tendremos, en fin, por ejemplo en nuestros pasos por la sierra en esta edición de la marcha a este montañero asturiano, que fue uno, ¡qué digo uno!, fue el solo, el primero, el único y el espejo de todos aquellos que amamos la montaña y que pretendemos ser sus epígonos por muchos años. Y ahí está el punto y la fineza de nuestro negocio que pretendemos llevar siempre adelante, mirándonos en los modelos de los que nos precedieron y pretendiendo sentar rastro a los que vengan detrás de nosotros.

He dicho.


NERPIO-YETAS

Nerpio sigue estando tan lejos como siempre, pues las carreteras que llevan a esta villa del Taivilla siguen sin arreglar. Es verdad que la orografía es la que es, y este mal del terreno, por llamarle de alguna forma, no se puede remediar. Pero las autoridades tienen abandonado a este pueblo y sus vías de comunicación, lo que acrecienta todavía más la distancia y la dificultad para llegar a esta población. Desde las cuatro de la tarde, salida oficial desde Albacete, llegamos a esta localidad a las siete y treinta, lo que pone de manifiesto la distancia desde la capital.

Dejados nuestros bártulos senderistas en las escuelas, donde pasamos la noche, arrullados unos contra otros, fuimos a visitar El Molino, Centro de Interpretación del Parque Cultural de esta población. Pilar, la alcaldesa, tuvo la amabilidad de abrirnos las puertas, y Elena y Mari Carmen nos mostraron algunos apuntes sobre la historia, la naturaleza y las tradiciones de Nerpio. Hasta pudimos viajar por el túnel del tiempo, al que llegamos por las galerías que desaguaban antiguamente este viejo molino harinero, y por una puerta de roca, en la que estaban representadas algunas muestras pictóricas de la Solana de las Covachas.

En este túnel del tiempo pudimos conocer, a través de un video, el viaje de Nerpio por la historia, desde el Paleolítico hasta los tiempos actuales. Así supimos que existen restos prehistóricos en el Molino del Vadico, junto al río Zumeta, en la citada Solana de las Covachas y en el Torcal de las Bojadillas. Hay muestras moriscas en Vizcable, con un pequeño torreón, y en Pedró Andrés, donde se levanta altanero el castillo del Taivilla. No podemos olvidar El Macalón, un poblado ibérico situado sobre un cerro, poco antes de llegar a Nerpio, si venimos por la aldea murciana de El Sabinar. En este Macalón entraron en la historia los ancestros de esta población, aunque tuvieron que bajarse a vivir al llano, en el año 179 a. C., por orden del gobernador militar romano.

Tras la cena, consistente en sopa de cocido, pescado al horno y flan con nueces, servida en el hostal Los Nogales por Juan Pedro, antiguo alcalde de Nerpio y actual concejal de turismo, iniciamos los fastos de estas bodas de plata de la Marcha Nerpio-Alcaraz, celebrada y regocijada por todo lo alto a lo largo de las siete etapas. En esta noche del prólogo se repartieron camisetas de la Universidad de Castilla-La Mancha, otras ofrecidas por el Decatlón, gorras, bolsas de transportar zapatillas y hasta una brújula, de cuyo manejo dio Antonio con gran maestría una teórica en la cumbre de Mingarnao.

Puso el corolario de la noche la Cuadrilla de Huebras, uno de los más conocidos grupos de música tradicional de Nerpio, que nos amenizó con algunas de sus seguidillas, jotas, malagueñas, fandanguillos y demás piezas de la música popular nerpiana. No faltó el Clavelito de la tuna, el Porompompero y el Carro de Manolo Escobar, o algunos pasodobles para que pudieran bailar los más atrevidos.

La alcaldesa, con grandánime elocuencia, pronunció unas palabras y entregó una placa de agradecimiento al Centro Excursionista de Albacete, por pasear el nombre de Nerpio por la sierra a lo largo de veinticinco años. Esta placa fue recogida y aplaudida por Fernando Colmenar, presidente de esta asociación cultural y deportiva albaceteña, organizadora de esta Marcha Nerpio-Alcaraz.

Placa de reconocimeinto

En el hostal Los Nogales tuvo también lugar el desayuno al día siguiente. Tiene esta hospedería nerpiana 17 habitaciones, de las que 6 son dobles y disponen de baño, otras 8 son dobles, pero con el baño en el pasillo, y otras tres son individuales. En la planta baja hay un Centro de Animación Juvenil, iniciativa llevada a cabo por el Ayuntamiento, cogestionado con la Asociación de Padres, que se abre los viernes sábados y domingos. En él los jóvenes de hasta 16 años pueden recogerse y ver la televisión, practicar el karaoke, jugar al futbolín o realizar diversos juegos de mesa.

Otra iniciativa del Consistorio ha sido la de crear una red de museos etnológicos a lo largo de las once pedanías de Nerpio, dentro de un Plan Integral de Desarrollo del Municipio. De esta manera se pretende dinamizar estas aldeas, para entretener a sus gentes, atraer el turismo y permitir que permanezcan vivas. Estos museos se podrán visitar dentro de poco tiempo y, a modo de ejemplo, podemos decir que en Beg se situará una almazara, en Yetas una fragua y en Vizcable un molino harinero.

También se espera que sea visitable dentro de poco tiempo el castillo del Taivilla, cuya torre del homenaje ha sido restaurada recientemente por un técnico del Consejo Superior de Estudios Científicos. Se espera también restaurar, en una segunda fase, la muralla occidental y algunos de sus aljibes.

Pero lo que destacaría de este hostal Los Nogales, sobre todo, es el buen hacer de Juan Pedro y sobre todo de su mujer Mari Carmen, propietaria y cocinera del hostal, que atienden con exquisitez al visitante, tanto el que se aloja en las habitaciones, como el que acude al bar o al restaurante. Son muchos años ya en Nerpio con la marcha o en visitas particulares y siempre hemos sido tratados en este hostal como unos amigos, más que como clientes, lo que queremos agradecer con estas palabras, que son desde luego parcas para explicar la buena gestión y el buen trato que tienen estas personas con los forasteros.

Este año no hubo tampoco foto de salida en la fuente de la Capra Hispánica y tuvimos que hacerla en la fuente de la iglesia, desde la que salimos por la calle Ancha buscando el río Taivilla. Cruzado el curso del río comenzamos la ascensión a Mingarnao, donde almorzamos. Paco Oliver tuvo a bien hisopear los bocadillos que había que finiquitar con la siguiente fraseología, a la que le puso cierto quid-divínum: “spiritus santus, domine, iluminet sensus et corda nostra. Amen”.

La Loma del Sapillo y los cortijos del mismo nombre fueron nuestro siguiente destino, aunque hubo que saltar previamente una valla, en la que no había ningún paso accesible. Es mucha la gente que cerca su propiedad con fines cinegéticos, ganaderos o de cualquier otro tipo. Pero aunque la Ley obliga a dejar los pasos de los caminos públicos libres, son muchos los que se sin exordio alguno esta obligación normativa, que ni siquiera las autoridades hacen cumplir cuando se denuncia.

Desde el cortijo del Sapillo, entre pinos carrascos y algunos rodenos, llegamos por una antigua senda y por unos bancales a Prado Redondo, una cortijada casi completamente en ruinas, aunque aún queda alguna casa habitada. Seguidamente, dejando a la derecha el Majal de Guillén y el Hornajuelo, finalizamos la etapa en Yetas, donde pasamos la noche en las escuelas. Antes del dormir cenamos en el restaurante de María Elena una olla moruna, unas pechugas y lomos, y un pan de Calatrava de postre.


YETAS-YESTE

Estuvimos en el bar de María Elena un buen rato la tarde anterior tomando unas cervezas, como es uso y costumbre en los quehaceres diarios de esta famosa y singular marcha. Durante ese largo rato charlamos con Venerable, hombre ya mayor que estuvo con nosotros sentado a la mesa en la cena y que usaba antaño acompañarnos en la marcha, a la salida de Yetas, hasta bien entrada la etapa.

Vimos también a Antonio Boteo, hermano de Paco Boteo, con quienes hemos coincidido ya otros años anteriores en Beg, de donde son naturales, o en Yeste, adonde habían acudido a visitarnos cuando hacíamos noche en esta población. Ambos son unos auténticos maestros en el arte de las manualidades del esparto, y prueba de ello son las diferentes gorras y corbatas que nos mostró, con las que aprovechamos para pasar un rato divertido y hacernos unas fotografías.

Nos contó Antonio Boteo que su hermano Paco está trabajando en Villarrobledo de pastor, pues conoció a una mujer con la que cayó en simpatía. Parece ser que acudió a un conocido programa televisivo en busca de pareja y después de más de treinta pretendientes consiguió encontrar su alma gemela, con quien convive en la actualidad.

Ha conseguido María Elena crear un excelente restaurante en Yetas, en el que además de degustar unos excelentes guisos serranos, se disfruta de unas vistas espectaculares por unos amplios ventanales. Este tipo de establecimientos quizás sirva para atraer a más turistas a estos perdidos rincones de Nerpio, pues en este caso concreto pondríamos por añadidura al turismo rural el turismo gastronómico, en boga hoy día.

Tuvo Gerardo su sueño solipsista, que se convirtió en un pandemonium cuando lo hizo público a todos los participantes de la marcha, que lo celebramos con un gran jolgorio en la oscuridad de las escuelas. Después de creer que rezaba en arameo, nos contó al día siguiente que en realidad lo que hacía era pedir socorro porque no podía respirar y debía haber sido marcado con el “stigma diaboli” en algún descuido, aunque todos los participantes respondimos a su auxilio partiéndonos los carrillos. Será cuestión de aprender las lenguas muertas para ayudar a los necesitados de las nocturnidades.

A Gerardo lo debía haber mirado un tuerto la noche anterior, pues también nos pidió su favor cuando lo dejamos encerrado en las escuelas al disponernos a iniciar esta etapa. Cuando todos los senderistas andábamos ya con los bártulos de senderear al espaldar, él tuvo un acceso repentino y tuvo que andar corriendo al excusado, aunque no hizo partícipe a nadie de su perentoria necesidad. Sólo nos dimos cuenta de su prisión cuando se asomó catatónico por la ventana dando gritos de auxilio.

Con los primeros ramalazos del amanecer, pues esta etapa era larga y montuosa, en lugar de las cortas y llanas habituales, salimos de Yetas por el poniente del pueblo, para pasar junto a las casas rurales de El Morrico. Estas casas son propiedad de María Elena y están completamente equipadas para pasar unos días de descanso en la sierra, aunque existen otras más en esta aldea nerpiana. Dejando a la derecha las lomas de Cabeza Rasa y el Tragoncillo llegamos al Calarico de Heredia, donde hicimos el alto del almuerzo.

Entre pinos, sabinas, mejorana, tomillo y romeros llegamos a la Cruz del Timón, donde al parecer antiguamente había situada una cruz, como así viene reflejado en los mapas antiguos, aunque no sabemos con qué fines. Quizás se instaló para buscar la protección divina para los caminantes perdidos o con fines protectores contra napeas y dríadas, que, dicen, tienen por costumbre habitar las espesuras de los montes. Otros opinan que se buscaba la protección de los cielos contra las tormentas, aunque en este último caso hubiese sido mejor levantar un eremitorio a Santa Bárbara.

Este paraje de la Cruz del Timón está en un amplio llano, al que se accede tras salvar una valla metálica. Pero en este caso los dueños de la tierra han tenido a bien el dejar la puerta abierta, sólo sujeta con un alambre, para permitir el paso de los caminantes.

Por una senda casi perdida, siguiendo un barranco al poco de salir de la Cruz del Timón, llegamos a la Fuente de Lagos, donde encontramos una salamandra, llamada sapo tiro por los habitantes de estos pagos. Seguidamente alcanzamos los cortijos en ruinas de Lagos y poco después el Puntal del Sabinar, del que cuentan tuvo habitabilidad humana por los años en que los hombres vivían aún la llamada Edad del Bronce.

Desde el Puntal del Sabinar iniciamos el descenso a La Graya, aunque Ángel, el monitor, hizo el muy ladino un requiebro amagatorio, que dejó renqueantes y rencorosos a la gran mayoría de los partícipes en esta marcha. Esto permitió que un grupo de avispados cogiéramos avanzada y llegáramos enderezados al bar de José y Mónica, donde dimos cuenta sin rencor de unos huevos fritos y unas cervezas.

De La Graya bajamos al Segura, río que cruzamos por un antiguo puente colgado, levantado hace muchos años por la Confederación Hidrográfica del Segura, antigüedad que queda atestiguada por la podredumbre de sus maderas. Hasta el cortijo de los Siseros fue un paseo por la carretera, para iniciar a continuación el ascenso a Yeste, con marcha cervecera incluida para algunos, por diferentes sendas y veredas.

Hay que agradecer al Ayuntamiento de Yeste que nos dejará el gimnasio escolar para dormir, y la residencia de Estudiantes para tomar una ducha, que siempre se agradece. Aunque la conserje de esta residencia era un auténtico ogro gruñón, con la que había que andar con el tiento afinado.

La cena tuvo lugar en el hotel Yeste, con menestra de verdura, merluza con guarnición y profiterol de chocolate. La postcena fue corta para la mayoría de la gente, pues la etapa había sido dura y había que reposar nuestros cansados huesos en el suelo del gimnasio. Hubo quien antes de dormir se sentó un buen rato a cabildear en la silla de pensar, dispuesta ad solemnitatem para filósofos y pensadores.


YESTE-MOROPECHE

No quisiera dejar Yeste sin citar a nuestros amigos Pedro y Joaquina, con su hijo Emilio y su mujer Maite, que regentaban hasta el 2006 el camping Río Tus, en el que habíamos hecho parada y fonda en multitud de ocasiones. Tras cumplirse el contrato de diez años, el Ayuntamiento de Yeste decibió no renovárselo, por lo que ahora el camping permanece cerrado la mayor parte del año, lo que no sólo redundó en perjuicio de sus gestores, sino de todo el pueblo.

Con ellos, con Pedro, Joaquina, Emilio y Maite estuvimos charlando un buen rato la noche anterior en el bar y nos contaron que el nuevo Ayuntamiento, elegido en las elecciones de mayo, les había ofrecido la gestión del camping durante todo el verano. Pero después del desasosiego causado tras la retirada de la misma, no estaban dispuestos de nuevo a sufrir los requiebros de cabeza que supone dirigir un camping, únicamente para los meses de verano.

Tras desayunar en el hotel y coger la bolsa de los bocatas como cada mañana, iniciamos la marcha hacia el monte Ardal por la carretera de Góntar y Arguellite. Enfrente mismo del mirador, del que se aprecian unas fantásticas vistas del pueblo, con el castillo y la iglesia de la Asunción de protagonistas principales, sale el camino que nos llevaría a la ermita de San Bartolomé.

Toda la subida a la ermita está rodeada por unos círculos de piedra, en los que se hace una hoguera en la noche del 23 de agosto, noche de celebración de la romería en honor a este santo, que fue uno de los 12 apóstoles de Jesucristo. En unos azulejos se representa toda la hagiografía de San Bartolomé, incluido el martirio que sufrió antes de su muerte, después de haber predicado el Cristianismo por la India y por los países árabes. Cuentan que en Arabia Saudita llegó a dejar escrita una copia en hebreo del Evangelio según San Mateo.

Desde la ermita de San Bartolomé nos dirigimos hacia el Ardal, donde Quico, un Agente Medioambiental, amigo de Ángel, nos mostró el Aula de la Naturaleza que existe en el interior del edificio, construido en esta cumbre, declarada microreserva por su elevado valor ecológico, una de las cuatro que rodea al Parque Natural de los Calares. En ella pudimos observar un gran plano de la zona, huellas de diferentes mamíferos, diversas plumas de aves  y algunas egagrópilas. Son éstas unas especies de bolas, desechos regurgitados por muchas especies de aves, formado por una mezcla de restos duros no digeridos, como huesos, élitros de insectos, semillas o piedrecitas, amalgamados por pelos, plumas o hebras vegetales. El estudio del contenido de estas egagrópilas resulta muy útil para los naturalistas, que así pueden conocer el régimen alimentario de las aves.

Uno de los principales objetivos de este Aula de la Naturaleza es mostrar a las personas que acuden a él, jóvenes y adultos, la flora y fauna del área que envuelve a este monte Ardal. También contiene una exposición sobre la etnografía de los pueblos circundantes, una xiloteca, es decir una muestra de las maderas y árboles de la zona, y algunas nociones sobre el conocimiento de los hongos.

Tras dejar este centro educacional y expositivo aún subimos más arriba, para observar el paisaje del entorno y admirar el Pino Candelabro, un gran pino salgareño que se encuentra en una curva de la carretera. De allí partimos a Collado Carrasco, una pequeña cortijada situada en la carretera de Yeste al Balneario de Tus, donde vimos unas burras, especie fáunicas aún comunes por estas sierras. También vimos a dos lugareñas que acababan de elaborar una buen rimero de pan en un horno de piedra.

El alto del almuerzo lo hicimos entre pinos carrasqueños junto al arroyo de San Cristóbal, en un lugar en el que un vecino de Collado Carrasco nos dijo se llamaba Acenal Royo. Bien es verdad que cuando le preguntamos el significado de acenal nos dijo que andaba ya medio sordo, y que después de cenar veía un rato la televisión y enseguida se acostaba.

¡Cosas que tiene la gente de la sierra cuando se les hace preguntas indiscretas!

Una preciosa senda nos llevó hasta el río Tus, que atravesamos por el Puente de Moropeche. Unos decidieron subir a esta aldea a inspeccionar el estado de las cervezas y otros más, con Paco Noguero a la cabeza, a ver el molino de la Molata, un antiguo molino harinero en ruinas, cuyas turbinas eran movidas por las aguas del río Tus.

La noche de Moropeche la pasamos los hombres, adecenados, en las viejas escuelas, y las mujeres, algo resabiadas, en el centro médico. Parecíamos estar en el Monte Athos, en el que no se admite la presencia del sexo femenino, sea animal o mujer, desde el siglo XI. No estaba muy de acuerdo el maestro con nuestra pernoctación en aquel lugar, pues este hombre, sólo vecino de su casa, pensaba que íbamos a hacer botellón nocturno junto a su puerta. Este maestro debía ser más ogro y más regañón que la ogresa de la Residencia de Estudiantes de Yeste.

Mari Carmen nos apañó una deliciosa cena sin adecenar, con un placentero potaje comunero de bacalao, al que siguieron unos buenos rimeros de carne de cordero de acompañamiento y unos panecicos de epitafio. La queimada de Santiago puso fin a los banquetes. A su “ars magica” hubo de añadir la nepente, hierba que los dioses usaban para curarse las heridas o dolores, puesto que fue el revulsivo para olvidar nuestras penas y expresar con grandísimo atavismo y grandilocuencia los ronquidos nocturnos de los participantes. Sin duda el maestro del pueblo debió escuchar empecatado esta serenata nocturna en cuadrafonía y pensaría que en vez de botellón, aquello fue la Sinfónica de Londres tocando en do menor.


MOROPECHE-RIÓPAR

Tiene Moropeche 275 habitantes, según el último censo, y una escuela a la que asisten cuatro críos de primaria, pues los de secundaria van al instituto de Yeste. La advocación de la iglesia está dedicada a la Virgen de Fátima y el cura acude de Yeste a dar los oficios cada quince días. Bien es verdad que ya puede darlos con gracia y en familia, pues son pocos los que asisten a la ceremonia dominical, pues la gente de esta aldea prefiere pasar el domingo en otros menesteres.

Sí que asistió a la iglesia Juan tras el rezo de la hora nona de la noche anterior, y a oscuras, a hacer sueños junto a su puerta, pues ya sabemos que no es hombre que guste dormir en rebaño, ni escuchar los sermones de nadie, gaste o no gaste sotana. Quizás al poner su cuerpo en la entrada de la iglesia quiso acercar su alma a los cielos o llenar con su espíritu el vacío que dejan los feligreses de Moropeche.

La mayoría de la población activa de esta pedanía de Yeste se dedica a los trabajos forestales y a la construcción, aunque también acuden a trabajar albañiles de Elche de la Sierra y Hellín.

¡Lo que son las cosas, unos se tienen que ir y otros vienen a hacer lo que dejan de hacer los que se van!

Tenemos que agradecer a Santo, el pedáneo, y a María, su mujer, el trato recibido, al igual que a Fausto, que era pedáneo por el mes de abril cuando reconocimos esta etapa y apañamos la pernocta y pitanza. Fausto es el marido de Mari Carmen, a quien estaremos infinitamente agradecidos por su amabilidad, y además tampoco se quedó corta al prepararnos el desayuno de esta jornada, muy bien estereotipado a base de tortas, pastas y zumo.

El camino desde Moropeche hasta el Molejón fue duro, pero pausado. Pudimos disfrutar en la ascensión unas panorámicas preciosas del valle del río Tus y del Calar de la Sima, con su cumbre el Mentiras. En el Pozo del Molejón hicimos el alto del almuerzo, ya en pleno Parque Natural de los Calares, por lo que debemos recordar una vez más a Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa de Asturias, del que puse unas notas en el prefacio. Si este hombre fue el impulsor de los Parques Nacionales, también podemos considerarlo el padre de los Parques Naturales, que tienen un punto de protección menor que los primeros.

–Si para proteger el arte –decía este asturiano–, el Estado declara los Monumentos Nacionales, para proteger la Naturaleza debiera declarar los Parques Nacionales: “un castillo, una torre, una muralla, un templo, un edificio, se declara Monumento Nacional para salvarlo de la destrucción, ¿Y por qué no un monte excepcionalmente pintoresco, con sus tocas de nieve, sus bosques seculares, su fauna nacional y sus valles paradisíacos, no ha de ser declarado Parque Nacional para salvarlo de la ruina? ¿No hay santuarios para el arte? ¿Por qué no ha de haber santuarios para la Naturaleza?

Así, a iniciativa suya, siendo presidente del Consejo de Ministros el Conde de Romanones, se creó la Ley de Parques Nacionales en 1916, declarándose dos años más tarde los dos primeros parques en nuestro país: el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga y el Parque Nacional de Ordesa. Pero el marqués tenía claro que no servía de nada publicar una Ley si esa cultura de la protección de la naturaleza no se llevaba al pueblo; mientras esa cultura de la protección no existiese entre las clases humildes no serviría de nada proteger ningún espacio, pues el campesino había de tener claro que el devastar los bosques es algo que puede ser contrario, no sólo al interés de la nación, sino a su propio interés.

Hubo protestas en los pueblos cercanos a Covadonga por la declaración de Parque Nacional, como ocurrió en Yeste con la declaración del Parque Natural de los Calares. El miedo a futuras prohibiciones sobre pastos, y el aliento sobre la masa de algunos periódicos, llevaron a los vecinos a realizar protestas, que se vieron con el tiempo eran infundadas.

Algo parecido podríamos pensar que ocurrió con el Parque Natural de los Calares, profetizado como el Apocalipsis por algunos politicachos, que pronosticaban todo tipo de males y calamidades tras su declaración. Sin embargo, dos años después de esta declaración, los males presagiados no llegaron, sino más bien al contrario, y seguro que con el tiempo se dejarán notar los beneficios para Yeste y los municipios afectados. Pero, sobre todo, podrá permitir la preservación de unos valores naturales y la conservación de unos paisajes que sin duda merece la pena mantener.

Aparte de su inestimable valor geológico, por su enorme cantidad de torcas, simas, uvalas, poljes o cuevas, es significativo el número de especies de flora y fauna. Entre estas últimas podemos destacar el topillo de Cabrera, la lagartija de Valverde, diversas especies de quirópteros y una numerosa entomofauna, con especies como la mariposa isabelina o mariposa luna o el Saga pedo, un gigantesco saltamontes, depredador de otros insectos, catalogado en peligro de extinción en los catálogos regionales.

–Son los bellos paisajes, auténtico ornato de la tierra, lo que se quiere proteger –decía también el Marqués de Villaviciosa de Asturias–, con todos sus valores naturales, pero no como lugares reservados a unos pocos, sino abiertos a los ciudadanos para que cualquiera pueda disfrutarlos.

Aunque su obsesión y la pasión de su vida fueron Covadonga y los Picos de Europa, descubrió Pidal otros paísajes que se debían proteger, como el Coto Doñana, Sierra Nevada o el Torcal de Antequera. La Sociedad de Alpinismo de Peñalara le preparó un homenaje en 1933, en el que el poeta Carlos Cienfuegos leyó un poema que había escrito en su honor, titulado Peñas arriba:

Al escalar valiente la alta cumbre

en años mozos o en edad madura,

siguió su planta sobre peña dura

los rebecos del llano a la techumbre.

Del alpinismo audaz, hizo costumbre

en cueva, acantilado o angostura

y del Naranjo coronó altura

que atónita dejó a la muchedumbre.

A los cainejos espantó en su arredro

y los Picos de Europa en sus anales

le ven siempre trepar, sin buscar medro.

Y hoy se consagran los arrestos tales

del alma pétrea del alpino Pedro

artífice de los Parques Nacionales.

Este noble subió al Naranjo de Bulnes con alpargata española de suela de cáñamo, que calificaba como el mejor calzado para moverse por la montaña. Aunque nosotros seguimos nuestra travesía del Calar del Mundo con nuestras botas de Gore-Tex, algo impensable por aquellos albores del siglo XX.

De la fuente de los Tornajos de los Yegüeros, o de las Yeguas, que en este punto no se ponen de acuerdo algunos autores, llegamos al poniente del pico Viboreros, uno de los más altos del Calar, continuando después en busca del barranco del Mirador de Los Chorros.

Pasamos apenas a 300 metros del Tejo Guía, pequeño tejo que sirve para localizar la Torca de los Tejos, aunque los GPS de hoy día hacen que sea muy fácil el emplazamiento de este lugar. Son en realidad varias torcas, que cuentan con casi una veintena de tejos, de los que destaca el Tejo Viejo, un gran árbol de tres pies, cuyo perímetro supera los 8 metros.

Entre enebros, espinos albares, hierbas del ballestero, aliagas, tomillos, mejorana y torviscos, que envuelven a las carrascas y pinos salgareños, entre ellos el Pino de los Siete Nudos, todos ellos adornados de multitud de líquenes, llegamos aborregados al Mirador, alto obligado para sestear y para disfrutar de las bellezas del paisaje. Existe una pequeña senda que baja de este lugar por las cuevas del Farallón y la Pedorrilla, pero su descenso es peligroso, por lo que hicimos un levógiro hacia el Puerto del Arenal. Tras dejar este collado, realizamos un dextrógiro por una senda para llegar a La Pumarica para pasar la noche.


RIÓPAR-CAÑADA DEL PROVENCIO

Ya apuntamos en el librillo de esta marcha que el ingeniero vienés Juan Jorge Graubner fue el promotor de las fábricas de San Juan de Alcaraz. Estas fábricas fueron creadas gracias a la aparición de una mina de calamina en las lomas del Calar del Mundo, mina que presenta varias bocas abiertas por encima de las ruinas de San Jorge, situadas a orillas del río Mundo.

La calamina es una mena formada por carbonato de cinc, de la que se extrae el metal, que aleado con el cobre da latón. Este latón se obtiene en forma de barras o planchas, para laminarse en varillas o cortarse en tiras para fabricar alambre. El latón es más duro que el cobre, es dúctil y puede forjarse en planchas finas, por lo que se utilizaba antiguamente para fabricar objetos de calderería, a los que se daban todo tipo de utilidades, pues no existía todavía el plástico.

También prestó el Marqués de Villaviciosa interés por las actividades mineras, pues en su tierra asturiana de Andara había un centro importante de explotación de cinc, del que explicaba con detalle su obtención de la calamina. En un área horizontal de 15 a 20 metros de diámetro, se colocaban en círculo gruesos trozos de calamina, espaciados entre sí hasta una altura de 25 centímetros. Encima de ellos se colocaban troncos sobre los que se ponía el mineral, encendiendo fuego a la madera y esperando unos tres días para que la calamina quedara calcinada y liberase el cinc. Tras otros cinco días de enfriamiento, el mineral quedaba listo para su utilización, exportándose, en este caso de Andara, por 75 pesetas la tonelada.

La explotación de la calamina y su conversión en latón fue el origen de la actual población de Riópar. Ya sabemos todos, y si no lo digo a continuación, que la antigua población se encontraba en lo que hoy es Riópar Viejo, población arábiga que había sido conquistada a los moros por las tropas de Alcaraz, allá por los años 1213. Más tarde fue el Conde de Paredes de Nava, don Rodrigo Manrique, quien se la arrebató a los alcaraceños por la fuerza de las armas, aprovechando las rencillas castellanas por la sucesión a la corona en el último cuarto del siglo XV.

Tras la instalación de las fábricas, a finales del siglo XVIII, gracias a la Real Cédula concedida a Juan Jorge Graubner por el rey Carlos III, se crearon los núcleos de San Juan y San Jorge, este último junto al río Mundo. El primero, San Juan, pasó a llamarse San Juan de Alcaraz, por ser esta población la propietaria del terreno. Allí bajó a vivir la población de Riópar, que con el tiempo se trajo consigo hasta el nombre del pueblo.

En La Pumarica, refugio del Centro Excursionista e Albacete hicimos mutatis mutandis para preparar la cena de la noche anterior, que consintió en un arroz meloso, cuyos principales artífices fueron Juani y José Luis. Es necesario reseñar la invitación a unas botellas de cava y a unos bombones, que una vez más hicieron al resto de los participantes Luis Gutiérrez y Santiago Carballo, que celebraron con reminiscencias sus respectivos cumpleaños, ocurrencia muy celebrada por todos los miembros de la marcha.

No voy a sacar chuflas y chirigotas ni a ningunear a nadie en esta memoria, como quizás hice, pecando de ingenuo, en las anteriores ediciones, en que se me llegó a tachar incluso de misógino. Pero quizás, si camino marcha atrás, aunque no deje en olvido las cosas acaecidas en marchas anteriores, pueda recuperar en la memoria las cosas que nos sucedieron en esta marcha y aquellas otras que nos han de suceder en ediciones venideras, aunque esta última tarea la veo bastante dificultosa. Pero al menos eso decía la Reina Roja en Alicia a través del espejo, pues, según ella, si vivimos marcha atrás tenemos la ventaja de que la memoria funcione en ambos sentidos, y no sólo conoceremos las cosas pasadas, sino también las que nos ha de deparar el futuro.

No sabíamos, sin embargo, por muchas cábalas que hicimos, que en el cortijo de Las Tablas, llamado también de Martínez Campos, que perteneció en el siglo XIX a este general golpista, nacido en Segovia y muerto en 1900, nos íbamos a encontrar a unos paisanos que se encontraban en plena matanza del cerdo. Así nos lo anunciaron los gritos lastimeros de una marrano, que sujeto por nueve personas andaba ya subiéndose a la barca de Caronte. Otros tres hermosos cerdos, que sin perdón ese es su nombre, daban ya sin estulticia alguna sus primeros pasos por la morada del Hades, que decían los antiguos era el dios de la muerte.

Venerada López, “Vene” para los conocidos, nos regaló con un porrón de mistela para que nos congratulásemos durante un rato con ella y dejásemos olvidados los gritos lastimeros de los puercos. Nos enseñó también esta señora el interior de las viviendas, que se han convertido en las casas rurales de Montearroba, cerro que se levanta por encima del cortijo. En él prepara algunos tradicionales guisos, que hemos de probar sin grafologías algún día. Entre éstos nos exhortó a probar la olla de aldea, el ciervo con castañas, la carne de avestruz o los diferentes tipos de patés, que aprendió a procrear en Francia.

Esta Vene, extremadamente habladora y amiga de hacer amigos, al menos así nos lo pareció, nos dijo que también multiplicaba vino, sin necesidad de que fuera antes agua, así como la mistela con la que nos había regalado y hasta café de bellota. Nos dijo que era descendiente directa de los moriscos, expulsados de Las Alpujarras granadinas en 1568, tras la sublevación, y que Felipe II dispersó por toda la corona de Castilla. Nos animó, antes de partir, a que volviésemos un día, que nos iba a contar la historia de Pedro el Doliente, el que acabó con los cristianos en Riópar.

Entre los gritos lastimeros de un cuarto gorrino, que ya se dirigía al altar en que iba a ser sacrificado, emprendimos el camino hacia la Fuente Grande, donde estuvimos almorzando. De aquí partimos sin desfogue al arroyo del Gollizo, a El Melojar, cortijo en cuyos alrededores existe un pequeño bosquete de melojos,  y al Pino del Toril.

Al pasar la torca donde se encuentra este gran pino salgareño y, tras dejar atrás una piedra de molino harinero, llegamos a una explanada donde estuvimos almorzando y sesteando sin encono alguno. Incluso se escucharon algunos ronquidos, aunque sin cerrar por completo los ojos por miedo de abandono, recordando los engaños consumados hace un par de años en el collado de la Siesta de Gerardo.

Desde aquí todo fue descenso y armonía hasta la Cañada del Provencio, pasando por la fuente del Agua de la Cañada, donde se canaliza el agua que se gasta en esta aldea. A ella llegamos todavía con sol, por lo que no fue preciso mucha fuerza para irnos de lenocinio ca Bienvenido y Soledad, que tienen un bar tienda y si es necesario cortan el pelo y las barbas a los necesitados. ¡Ocho cajas de cerveza llegamos a trincarnos a discreción sin ceremonia alguna! Y es que la etapa fue corta y llana, pero bastante calurosa.


CAÑADA DEL PROVENCIO-PATERNA DEL MADERA

Paco Fuster, el pedáneo de Cañada del Provencio nos estuvo apañando la cena, que consistió en caldereta de cordero, ensalada y fruta. La caldereta la preparó, según nos explicó más tarde, troceando la carne y fondeándola a fuego lento con aceite. Le añadió después cebolla, ajos, laurel, tomate picado, pimiento rojo, zanahorias, pimentón, jengibre, tomillo, canela, colorante y guisantes, poniéndole cerveza para que ablandase la carne durante un buen rato. Todos los simples los tuvo en el caldero una hora y media, aunque nos advirtió que si era jabalí lo que se cocinaba tenía que estar unas tres horas.

Paco es de Mallorca, aunque cuando conoció a su mujer decidió irse a vivir al pueblo de ésta. Trabaja con una cuadrilla forestal y estuvo a punto de salir de concejal en las elecciones de mayo, aunque no lo consiguió por unos pocos votos. Nos mandó recuerdos de Pepe, alcalde de Molinicos, aquél que nos acompañó hace unos años los últimos kilómetros cuando acabamos la etapa en su villa. En esta ocasión no pudo venir a saludarnos, quizás por falta de barro en los caminos, elemento por el que sabemos es un auténtico maestro del senderismo.

Antes de partir del pueblo leímos en un cuadro estos versos:

A Cañada del Provencio.

Que nadie se llame a engaño

en Cañada del Provencio,

lo mismo ahora que antaño

la gente no tienen precio.

Aquí tienen sus raíces

las mozas más estupendas

cualquiera que sea su origen,

y que calle quien no entienda.

Aquí viven o aquí vienen

los hombres con más… huevos,

aquellos que no les suene

tienen que ser muy memos.

Ricos pepinos tenemos…

“de los que cría la huerta

y mejorana y romero,

aire limpio y agua fresca,

altos pinos, largo espliego,

valle y cumbre, llano y cuestas,

clara fuente, monte espeso,

días de calma y tormenta.

Y riscos que desafían

al celebre azul del cielo,

cual gigantes que a porfía

levantan arriba el suelo.

El gigante es el PICARZO,

la gigante es la BUJERA,

la PERALTA está en lo alto

superando a la PEGUERA.

Estas agujas vigilan

al MENGOCHICO y la OLA,

a la ESCUCHA y a la HUMBRÍA

y a esta aldea que es su joya.

¡Viva Cañada y olé!

¡Viva su gente sin par!

¡Viva esta tierra de bien!

¡Viva su fiesta anual!

Tras dejar atrás la Cañada del Provencio, cuyo origen ya dijimos en el libro de la marcha debía estar en algún antiguo refugio de pastores, venidos a buscar pastos frescos a estas sierras, posiblemente de la localidad manchega del Provencio, llegamos al castillo morisco de San Vicente de la Vegallera. Comimos sin disfagia y sin miedo a moro alguno el almuerzo en lo alto de esta vieja fortaleza morisca, que más tarde perteneció a Alcaraz y al Conde Paredes. Sólo algunos paños de sus paredes y un par de aljibes se mantienen incólumes, aunque la mayor parte del castillo se encuentra en un estado bastante prosaico.

Dejando atrás el arruinado castillo, y atravesando gran parte de la Sierra del Agua, llegamos a Las Mesas, unas llanuras que se extienden entre los valles de la Vegallera y de Río Madera. Justo al acabar la subida alcanzamos un collado, por donde cogimos una pequeña senda sin tener que romper nudo gordiano alguno. Por ella, tras dejar algunos cruces y Los Castillicos a un lado, unas rocas puntiagudas que se levantan amenazadoras junto a la carretera, llegamos a los cortijos de la Sierra del Agua y del Batán del Puerto.

Esta Sierra del Agua y los cortijos del mismo nombre se llaman así porque antiguamente hubo una sierra mecánica de cortar madera, movida por las aguas del río de los Endrinales. El topónimo del Batán del puerto tiene un origen parecido, aunque en este caso fue un batán lo que se instaló en estas casas. La maquinaria de este batán, movida también por el agua del río, estaba compuesta de gruesos mazos de madera, que empujados por un eje golpeaban los paños de lana para desengrasarlos y enfurtirlos.

En el bar de la María, Paco Pisquillo nos puso unos huevos con panceta a los más avezados en esto del arte del senderismo, acompañados por unos cuantos bodigos para ofrenda propia y del estómago, de los que dimos cuenta en honor de Santa Úrsula y sus once mil vírgenes mártires. Paco, amigo de Luis Coronado, nos atendió con exquisitez, y nos puso de donativo unos licores que con sapiencia infinita allí apañan.

Es notoria y conocida la rica gastronomía del lugar, compuesta por migas, ajo pringue, atascaburras, olla, ciervo en salsa, jabalí en escabeche, chorizo y morcillas de la tierra u otras lindezas que cocinan sin abichar con suma destreza. Si añadimos la belleza del paraje, difícil de dar a entender con palabras, que a fe que no faltaran para dalle y decille en su alabanza, es justo explicar que nos estuviésemos sentados en aquel libérrimo lugar ad infinitúm.

Tras tomar bien en la memoria aquello que hicimos y comimos en El Batán, en el que nada era fingido ni cosa contrahecha, y tras pagar el estipendio estipulado por Luis, seguimos nuestro camino hacia Paterna del Madera, donde llegamos en menos que se santigua un loco. La cena fue en el hostal El Mirador y a fe que quedamos satisfechos de la frivolité, por mucho que se diga que es mejor un hombre insatisfecho, que un cerdo satisfecho. El dormir fue en el cine, aunque la luz encendida y la letanía de promiscuos y arroncados conciertos no nos dejó pegar ojo en toda la noche.

 

PATERNA DEL MADERA-ALCARAZ

Estuvimos cenando la noche anterior, la última de la marcha, como ya dije más atrás, en el restaurante del Hotel Rural El Mirador. Estuvo compuesto el compango de una deliciosa sopa castellana, unas carrilleras de cerdo ibérico y algunos chorizos y morcillas que habían sobrado el día anterior a los de la Paralela. Por ser esta la última etapa la habíamos de hacer conjuntamente con ellos, aunque es un decir, porque entre los primeros que llegamos y los últimos hubo casi dos horas de diferencia.

Antes de ponernos a andar quisiera hacer algunos apuntes del hotel donde hicimos la cena, que bien lo merecen Montse y Joaquín, los dueños, pues cocinan unos platos admirables. Merecen nombrarse la sopa castellana, degustada en la cena, los callos con garbanzos, la carrillada de cerdo ibérico o ternera, el cordero a la miel, el codillo o las judías con perdiz. Son también diestros en mezcolanzas de carnes con pescados, como los callos con garbanzos, las albóndigas con sepia o el pollo con cigalas.

Situado en el Paseo de Francho, dispone este hotel de 17 habitaciones, todas con baño, televisión, y acceso a Internet. Tiene también piscina, videoteca, barbacoas y terrazas con vistas, y es un lugar privilegiado para realizar excursiones de senderismo, para practicar la caza o la pesca o para disfrutar de los encierros de las fiestas de agosto.

-Matadlos a todos, que Dios reconocerá a los que son suyos- debió escuchar Paco cuando dio la salida desde las escalinatas de Paterna del Madera, situadas junto al cine.

Estas palabras, pronunciadas por el Abad de Citeaux en su arenga pastoral a los soldados que iban a entrar en batalla, debieron ser oídas por el director de esta marcha oficial, que junto a Pepe y Fernando formaba parte de la directiva de las dos rutas. Ambas, la Oficial, o Ruta A, y la Paralela, o Ruta B, habíamos realizado la foto de recuerdo en estas escalinatas de Paterna, pero la urgencia de llegar a Alcaraz puso alas en los pies del director de esta marcha.

Desde allí, una vez hechos los epítetos de la foto, iniciamos la que iba a ser nuestra última etapa con el final en Alcaraz, llevando en retroguardia a algunos participantes de la Paralela. Tras bordear el cerro de la Atalaya, nos dejamos caer al río de las Acequias, aunque enseguida comenzamos a subir por el curso del arroyo de la fuente del Roble.

Fue preciso atravesar en nuestro prolijo camino una zona electrificada, en la que tuvimos que encomendarnos a la Virgen de Fátima, que dicen es muy milagrera, pues tuvimos que salvar los cables con nuestra praxis senderista y dándonos calabazadas y haciendo niñerías de moros y cristianos. Esta zona del arroyo de la Fuente del Roble se dedica a la cría y cuidado de caballos, pues así lo hacía notar un cartel en el que se indicaba que se podían anteponer ante nosotros caballos enteros. Al menos se podía franquear, no como han hecho en otras heredades, en las que han cortado por completo el paso a los caminantes.

Por el Piazo de las Setas y el cortijo de los Tajones o de los Belgas dimos con el busilis en el Prado de la Cumbre, descansadero adecuado para disertar filosofías cosmogónicas o hacer a voluntad la degustación de los bocatas. Seguidamente comenzamos el descenso por el valle del río Hortelano, curso que no abandonamos hasta llegar a La Nava, donde se sitúan también las ruinas del cortijo de El Colorado.
Son tres los collados que se ven en esta penillanura de La Nava. El de la izquierda nos llevaría a la aldea de La Mesta; el del medio al camino que baja hacia Los Batanes; el tercero, el de la derecha, que fue el que seguimos, es el marcado por el GR, y ha sido además señalizado por los Amigos de Paterna.

Fue una pena el día nubiloso que amaneció ese día, que nos recubría las vistas de la ciudad de Alcaraz, impidiendo distinguir sus torres del Tardón y La Trinidad y su castillo morisco. Pero pronto apagamos la pena sin pusilanimidad alguna con unas alicuantas porciones de cervezas en el bar Comedias, aunque tampoco dejamos de visitar El Casino antes de irnos a comer al Alfonso VIII.
En este restaurante de celebración de banquete final de marcha, tras los postres y antes de levantar los manteles, Fernando Colmenar, presidente del Centro Excursionista de Albacete, quiso agradecer a Juan Miguel Velasco y a Marcos Bonilla con una disertación la iniciativa que tuvieron al crear este proyecto aventurero de la Marcha Nerpio-Alcaraz hace 25 años. Trascribo a continuación las palabras que pronunció el disertante en su elocuente diserto:

"Llevamos 25 años yendo y viniendo desde Nerpio a Alcaraz, gracias a la brillante idea que tuvieron Juan Miguel Velasco y Pepe y Marcos Bonilla un lejano día de 1983. Quisiera como presidente del Centro Excursionista de Albacete, y en nombre de todos aquellos participantes que han intervenido en alguna ocasión en la marcha a los largo de todos estos años, agradecer con un fuerte aplauso su genial idea".
"Les emplazo a ellos, y también a todos vosotros, a que dentro de otros 25 años celebremos todos juntos las bodas de oro de la Marcha Nerpio-Alcaraz, al igual que estamos celebrando en el día de hoy de forma solemne las de plata."
PLAFF, PLAFF, PLAFF, PLAFF (Aplausos).

Yo quisiera también desde estas líneas agradecer a mis amigos Marcos y Chacón su participación en esta edición de la Marcha Nerpio-Alcaraz, e instarles una vez más a que repitan con nosotros este egregio encuentro en los próximos años. Este recorrido es suyo desde el día que tuvieron la preclara idea de crearlo, y con él no sólo nos vencieron, sino que también convencieron a todos aquellos que amamos la sierra, a que hiciésemos del senderismo una forma peculiar de vivir la vida. Sin ellos, sin su compaña a lo largo de las sendas y veredas de nuestra sierra, este acontecimiento senderista no es el mismo.


MONITORES:
Paco Noguero
Antonio Matea
Ángel Moreno
Javier Micó.

COCHE DE APOYO:
Juana Delicado.

PARTICIPANTES:
Alejandro González
Amparo Valls
Ana Teresa Sánchez
Anastasio Sánchez
Antonio Ortega
Cristina Alcahud
Ervigio Cantó
Francisco Oliver
Francisco Javier Cuenca
Gerardo González
Jorge Martínez
José Alburquerque
José Sanfrancisco
José Antonio Aroca
José Javier Navarro
José Luis Noguero
José Luis Talavera
José María Luján
Juan Fresneda
Juan Agustín Molina
Juana Polo
Lola Peinado
Gutiérrez Luis
Luis Coronado
María Dolores González
Pascual Valls
Raúl Contreras
Raúl González
Santiago Carballo
Teresa Segura
Víctor Manuel Hernández
Visitación Marín.