En España el cultivo de algarrobo se localiza en Valencia, Castellón, Tarragona y Baleares. También tiene importancia en Alicante, Murcia y Málaga. Se estima que aproximadamente hay una superficie de 113.000 hectáreas de plantaciones regulares. Este ornamental proporciona fruto, sombra, madera y mejora las condiciones del suelo sobre el que está plantado.

El algarrobo se cultiva en países de clima suave. Vegeta a una altitud inferior a los 500 metros sobre el nivel del mar. Es poco resistente al frío, ya que a temperaturas inferiores a los 2ºC se perjudica considerablemente la planta. Sin embargo, es muy resistente a la sequía. Le bastan precipitaciones de unos 350mm de agua al año y resiste a temperaturas de hasta 45ºC. Un factor meteorológico a tener en cuenta, es que si en el momento de la floración se producen nieblas o mucha humedad, se puede perjudicar la cosecha.

El algarrobo prefiere suelos calcáreos de consistencia media o sueltos y que sean permeables. Sin embargo, suele verse cultivado en zonas desfavorables y producir en lugares donde para la mayoría de otras especies no es posible.

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Algarrobo en maceta C-17


El algarrobo tiene una altura comprendida entre los 5 y 10 metros. Su copa es densa, verde y amplia. La corteza es rugosa de color rojizo y agrietada en la base. Las hojas son perennes de color verde intenso. Y su fruto, la garrofa, es una legumbre alargada de unos 10 – 22 cm de longitud. Estas legumbres crecen entre Febrero y finales de Mayo.

La poda de formación en el algarrobo es muy importante para su correcto desarrollo. Esta poda se debe practicar pasados dos años desde el injerto. Y en ella, se buscará la estructura más adecuada para el árbol. La mejor época para realizar la poda es a principios de otoño, después de haber recogido la cosecha.

Teniendo en cuenta que el algarrobo es una especie de secano y que se aprovecha del agua de las lluvias, se recomienda aplicar 3 kilos de sulfato amónico después de la recolección.