Características del acortamiento pasivo

El trapecio, músculo frecuentemente contracturado

Las contracturas musculares primarias aparecen como reacción del cuerpo para proteger a la articulación frente a un traumatismo que estira en exceso o con brusquedad el músculo. Normalmente, cuando el estiramiento no es excesivo ni demasiado brusco, la reacción del cuerpo de acortamiento del músculo es suficiente para evitar la luxación y el músculo vuelve luego a su estado normal. Ahora bien, cuando el traumatismo es muy brusco y la contractura persiste es porque la reacción del cuerpo, si bien ha sido útil para evitar un mal mayor, no ha sido suficiente y se ha quedado a medias, inacabada.

En esta situación, querríamos devolver el músculo a su longitud normal, estirándolo, luchando contra él, forzándolo, pero hay que decir que esta no es una buena idea (aunque está muy extendida). Es mejor no oponerse a la reacción del cuerpo -útil pero insuficiente- y, por el contrario, ayudar al cuerpo a completar su reacción. ¿El músculo se ha acortado? Pues lo que hay que hacer es hacerlo acortar todavía más! Es de esta forma como el músculo puede percibir su desequilibrio y reaccionar para reencontrar su funcionamiento normal, perdido desde hace mucho tiempo. Los receptores internos del músculo que regulan su funcionamiento recuperan su funcionalidad, perdida a causa de la violencia del choque, y la contractura y sus consecuencias -el dolor, la limitación de movilidad y las cadenas musculares de compensación- desaparecen y el cuerpo recupera su estado natural de equilibrio mecánico.

Así pues, cuando un músculo está contracturado lo que hay que hacer es aproximar sus dos inserciones para hacer que el músculo se acorte. Para que el tratamiento sea efectivo hay otra condición que se debe cumplir: el acortamiento debe ser pasivo, es decir, hecho sin que el músculo trabaje y se tense. Si el músculo no se tensa -es decir, no se contrae y no hace fuerza-, al estar distendido, al acortarse se relaja. Y es manteniéndolo relajado un rato que el músculo puede entonces reencontrar su funcionamiento normal y fisiológico.

Estado y posición del músculo y tensión que ejerce

Para ello basta con aprovechar las articulaciones del cuerpo, sin forzar ninguna de ellas. Se trata de aprovechar el rango fisiológico de movilidad de las articulaciones para obtener el máximo acortamiento del músculo. Viene a ser como reproducir la misma acción que tendría la contracción activa del músculo, pero de forma pasiva. No obstante, hay que tener cuidado pues todos los movimientos deben hacerse con suavidad y lentitud: un movimiento brusco podría hacer que el músculo (o su antagonista, es decir, el músculo que hace la acción contraria) se contracture de nuevo.

De hecho, el razonamiento es muy sencillo. El tratamiento a utilizar no se escoge en función de cómo, en qué posición, quisiéramos que estuviera la articulación (lo que corresponde a realizar un diagnóstico osteo-articular), sino en función de cómo afectará el tratamiento al músculo, que es quien gobierna la posición de la articulación (diagnóstico muscular, pues). Y entonces, pensando en términos del músculo, ya se ve que es más lógico y natural relajar el músculo acortándolo y haciendo que se destense que no estirándolo y manteniéndolo en tensión.

Fisiología de la contractura muscular

La explicación fisiológica más aceptada como causa de la permanencia de las contracturas -aunque ya se empieza a poner en duda su validez- es que las contracturas se mantienen por culpa de un círculo vicioso en el que la compresión ejercida por el músculo contracturado sobre los vasos sanguíneos que lo alimentan provoca hipoxia y dolor y el dolor y la hipoxia hacen que el músculo se contraiga.

Desde el punto de vista de la Mioterapia, sin embargo, el problema es debido a un desajuste en el mecanismo propioceptivo del músculo. El músculo en sí -es decir, las estructuras que le permiten desarrollar su función mecánica de contraerse y estirarse- no resulta dañado debido al traumatismo inicial pero sí las estructuras que regulan su función que, como podemos imaginarnos, son mucho más frágiles. Es este hecho el que deja interrumpida la reacción del músculo al traumatismo inicial. A esto se podría añadir -en una interpretación de tipo energético- que el dolor sería consecuencia de la falta de información que sufre el cuerpo, simplemente. Si el Sistema Nervioso no recibe una señal esperada, se queja y emite un requerimiento que tiene forma de dolor.