La importancia del vínculo afectivo


Agencias / Cortesía | 12/10/2020, midnight
La importancia  del vínculo afectivo
FUNDACIONAL. Desde que nacen, los pequeños tienen la capacidad fundamental de relacionarse socialmente. No obstante, vienen al mundo en un estado en el que necesitan de otras personas que les provean de todo aquello que es básico para sobrevivir, incluyendo lo emocional. |

Cuando un bebé llega a la familia, a papá y mamá les embarga el amor y la felicidad pero también la preocupación por darle lo mejor. En ese afán, los vínculos afectivos se vuelven esenciales para que el pequeño ser humano encuentre apoyo, contención y sobre todo una primera escuela de valores humanos y sociales.

photo

Un niño o niña que ha construido su confianza básica durante la primera infancia puede luego explorar el mundo, crecer, separarse e independizarse.

Según la Unicef, en la actualidad no existe un modelo único de familia y la que conocemos como nuclear (integrada por un padre, una madre y sus hijos) es solo una de las tantas formas que ésta puede adquirir. Además, la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) ha reconocido que es importante que todos los niños crezcan en un ambiente de felicidad, amor y comprensión.

Estos vínculos afectivos, conocidos también como ‘apego seguro’, empiezan antes del nacimiento del bebé, cuando se interactúa con ellos a través del habla y el tacto del vientre. De acuerdo con expertos en el tema, este lazo afectivo fuerte y recíproco que une al niño con las personas significativas en su vida es primordial para un óptimo crecimiento y buenos resultados en su futuro.

Asimismo, estudios psicológicos han descubierto que los vínculos que unen al bebé con sus padres fomentan una sensación de seguridad que tiene un efecto positivo en el desarrollo cognitivo del pequeño. Sin embargo, como toda relación, requiere tiempo y se va construyendo a través de las interacciones cotidianas: al cambiar de pañal, en la alimentación diaria y cuando duerme.

Durante los primeros años de vida, los menores carecen de la capacidad de regular sus estados emocionales por sí mismos y por lo general, tienen reacciones emocionales intensas. En este sentido, el contacto físico y emocional (acunar, hablar, abrazar y tranquilizar) permite al niño establecer la calma en situaciones de necesidad.

Las respuestas emocionales de los papás y mamás ayudan a generar un estado de seguridad que llevará al logro de la autorregulación afectiva por parte del bebé. Esto significa que, por ejemplo, si un niño llora sin ser consolado, se sentirá solo en el aprendizaje de cómo pasar del malestar al bienestar. En consecuencia, a lo largo de su desarrollo, podría llegar a tener dificultades para calmarse solo.

A nivel emocional, la confianza es resultado de numerosas interacciones satisfactorias entre el bebé y sus cuidadores, cuando el niño reconoce que ellos son sensibles a sus necesidades físicas y emocionales. Un niño que se siente seguro respecto de los adultos avanza en la vida, consciente de que tiene dónde respaldarse en caso de necesidad. Además, los vínculos afectivos estables y contenedores reducen el malestar emocional y potencian los sentimientos positivos en el niño.

El desarrollo del cerebro del infante depende también de las experiencias que vive. Por ello, los lazos afectivos tempranos tienen un impacto directo en la organización cerebral. En esta etapa, las actividades de estimulación temprana tienen consecuencias significativas en el desarrollo cognitivo y emocional de los más pequeños, pues cuando los padres interactúan con sus niños y estos responden, están incentivando las conexiones neuronales que son la base de su futuro.

EL DATO

De acuerdo con Unicef, el ‘apego seguro’ te ayudará a constituir los siguientes aspectos claves para la vida de tus hijos e hijas.

DEBE SABERLO

Durante los primeros meses de vida, tocar y mirar son las formas de comunicación entre el bebé y sus cuidadores primarios. Todas las expresiones afectivas transmitidas a través del rostro son modos de relacionarse y son la base para la formación de símbolos en el uso del lenguaje, así como de su capacidad de empatía (poder comprender los estados emocionales de otra persona).