lunes, 3 de septiembre de 2012

En memoria de un gran caudillo colorado: Don Blas N. Riquelme

Este fue uno de mis mejores regalos de cumpleaños, la visita en mi casa de grandes caudillos del coloradismo y apreciados amigos, compañeros de lucha. Vemos en la gráfica a Don Blas N. Riquelme, a quien dedico esta recordación en el día de su partida a la morada celestial.


Un gran colorado, don Blas N. Riquelme ha partido rumbo a las moradas celestiales, y es de justicia rendirle un merecido homenaje por su rutilante paso por la vida, donde prestó militancia en filas de su querido Partido Colorado.

Don Blas N. Riquelme tiene sus raíces en lo más profundo de la Asociación Nacional Republicana, siendo su abuelo don Marcos Riquelme uno de sus fundadores, hombre de confianza de Bernardino Caballero, de quien fue su secretario. Su padre, don Bernardino Riquelme, siguiendo la trayectoria familiar en la época difícil de la llanura se destacó por su lucha a favor de los ideales de su partido, siendo presidente de la seccional 13 de Lambaré, que en su homenaje hoy lleva su nombre.

De este tronco, semejante al de un roble, proviene don Blas N. Riquelme, pues desde muy joven mamó coloradismo al lado de su padre y supo honrar esa condición, a tal punto que con escasos 18 años, vistió el glorioso verde olivo en el batallón “Blás Garay”, para defender al gobierno y a su partido en la cruenta revolución de 1947. Allí demostró coraje y valentía, y se templó como hombre de lucha, que luego llevó en su trayectoria política partidaria como un estandarte, que le hizo lucir alto como exponente de la generación de grandes colorados que hoy conocemos como el del sacrificio, y con otros grandes correligionarios sostuvieron los momentos más álgidos del partido colorado que sufría el embate de sus adversarios políticos: liberales, febreristas y comunistas, que permanentemente intentaban derrocar al Partido Colorado del poder.

Debemos resaltar que fue el convencional más joven que tuvo el Partido Colorado, en la década del 50, donde actuó con la vehemencia que le caracterizaba, con su franqueza y su estilo peculiar de decir las cosas, que si bien causaba la sonrisa de los correligionarios, era siempre una verdad lacerante e irrefutable lo que expresaba y por el valor de sus palabras eran aceptadas.

En los preparativos del golpe de “la Candelaria” fue uno de los principales actores donde decididamente prestó su apoyo sin preocuparse siquiera de las consecuencias que pudiera acarrearle como empresario, que ya lucía alto en el mundo de los negocios.

Triunfante el tradicionalismo en esa histórica gesta de retorno a la democracia, Don Blas N. Riquelme ocupó una de las vicepresidencias de la nueva Junta de Gobierno y siguió cooperando con entusiasmo en el nuevo estilo de la política colorada, dentro del marco de la democracia instaurada por el grande y glorioso partido de sus amores.

De su mano el Partido Colorado triunfó en las elecciones constituyentes de 1991, pues fue uno de sus mayores promotores que permitió marcar las pautas en la nueva constitución Nacional.
Fue líder y fundador del TRADEM (Movimiento Tradicionalista democrático) desde donde impulsó su figura hasta ocupar el más alto cargo al que puede aspirar un auténtico colorado, como lo es la Presidencia de la Asociación Nacional Republicana en el año 1992, y en el siguiente año bajo su presidencia, encabezó la campaña para que Juan Carlos Wasmosy fuera electo Presidente de la República, lo que demostró su hidalguía y su lealtad a su partido.

Electo senador nacional por el Partido Colorado desde 1989 hasta el año 2008 cumplió una destacada labor como legislador, y en la mañana de hoy sus restos mortales fueron velados en la sede del Congreso donde recibió el merecido y justo homenaje de sus pares, que reconocieron en él a un hombre que se jugó por sus ideales y por su patria, porque todas sus inversiones las hizo aquí en el Paraguay, lo que deja sentado que fue un auténtico hijo de esta tierra guaraní.

Blas N. Riquelme es y será por siempre un paradigma de la política republicana. Sus méritos los forjó en la lucha y en el combate de épocas difíciles que ya no pueden ser comparadas con la época actual, en que otro es el estilo de hacer política porque los objetivos son nacionales. Muy diferente a lo que antaño se practicaba, para afirmar al Partido Colorado en el poder.

A la par que servía al partido se dedicó a plenitud al trabajo, que con el correr de los años lo convirtió en un exitoso empresario. Creó numerosas industrias que permitió dar trabajo a miles de familias compatriotas y es de destacar que si tuviéramos tan solo 1.000 Blas N. Riquelme el problema de empleo se hubiera solucionado en el Paraguay.

También debemos resaltar que sus colegas industriales reconocieron sus méritos y le designaron Presidente de la Unión Industrial Paraguaya. Así mismo, el deporte no estuvo ajeno a él. Pues también fue presidente del club del pueblo: su querido Cerro Porteño, al que llenó de gloria y títulos durante su gestión.

Ante la partida de don Blas N. Riquelme la familia colorada está de luto, y en su último adiós le rinde acongojado, un gran homenaje. La Junta de Gobierno llora su partida, y la roja bandera con la estrella blanca luce un crespón negro, ondeando a media asta como señal de duelo por la muerte de uno de los más grandes colorados de los últimos tiempos.

Paz en tu tumba Don Blas. Has partido hacia la morada celestial diciendo ¡Misión Cumplida en la tierra y en tu querido Partido Colorado! Hasta siempre y por siempre perdurará tu recuerdo en los corazones de todos los colorados!

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